viernes, 14 de noviembre de 2008

Paul Feyerabend, Joan McKenna y sus clases experimentales.


En su autobiografía Matando el tiempo (Debate, Madrid, 1994) Paul Feyerabend cuenta un experimento que su amiga Joan McKenna realizó cuando fue invitada por él a dar una clase...


"Joan McKenna después de ser presentada como profesora invitada habló durante unos veinte minutos, después se detuvo y pidió que le hicieran preguntas. Sus respuestas fueron groseras, burlonas, autoritarias. Nadie intervino. Por el contrario, las personas situadas al lado de sus víctimas se alejaron un poco: no queremos tener nada que ver con un fracaso como tú, parecían decir. Entonces Joan explicó el montaje y su finalidad. “¡Mirad cómo os comportáis! He respondido de manera ridícula y autoritaria. Vosotros no sólo os lo habéis tragado, sino que habéis tratado a los únicos estudiantes que han tenido el valor de resistirse como si fueran proscriptos. No es de extrañar que un profesor pueda imponer cualquier cosa que diga”, exclamó Joan. Después hablamos de cómo comportarse con los bastardos de la profesión. Supongamos que uno de esos seres superiores dice cosas que parecen idiotas e incomprensibles. ¿Qué hacéis? Os levantáis y pedís una aclaración. Supongamos que sois acallados por un gesto autoritario. Bueno, otro se levanta y repite la interpelación: “Yo tampoco lo he entendido.” Más ira, más sarcasmo. Un tercer estudiante se levanta:
- Usted está aquí para enseñarnos, no para reírse de nosotros; de modo que, por favor, explíquelo.
- No sea insolente!
- No ha sido insolente –dice un cuarto estudiante- pedía información, y usted no se la ha dado.
Y así sucesivamente. Antes o después, decía yo, habrá una respuesta más satisfactoria. “no podemos hacer eso. Nos pondrán malas notas”, objetaron algunos estudiantes. “no lo haremos. Demasiado esfuerzo para nada”, adujeron otros.
Los estudiantes que participaban por el movimiento de la libertad de expresión querían cambiar todo aquello. Querían trasformar la universidad, para que dejase de ser una fábrica de conocimiento en una comunidad y un instrumento de mejora social. Sus acciones influyeron en los individuos más tímidos: se iluminaron, comenzaron a hablar y quedó demostrado que todo el mundo tenía ideas interesantes y dignas de consideración
[…]"
Efectivamente, todos tenemos ideas interesantes, es cuestión de mostrarlas para que las consideraciones de los otros (el otro) pueda enriquecerlas.
Paul Feyerabend murió en 1994 victima de un tumor. Él mismo se llamó un pensador anarquista y definió su posición como anarquismo metodológico.
Este es un gran libro, no sólo porque Feyerabend cuenta en él sus procesos "filosófico-creativos", sino porque muestra su parte humana: habla de su amor, de su tarea docente, de su enfermedad, de la guerra y sus secuelas.
Es un filósofo que no suelo mencionar, asi que he aquí mi modesto homenaje.

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